lunes, 30 de julio de 2007

Para los comunicadores de la ciencia que lean este blog (y también para quienes no lo sean), este comentario del periodista científico Horacio Salazar en su columna de Milenio Diario seguramente resultará de interés.

Hay mucho que aprender
Horacio Salazar
Milenio Diario, 26 de julio de 2007
http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.asp?id=532802

Circula por internet una discusión religiosa acerca de los científicos y los periodistas. Un adecuado resumen en un blog popular dice que en esencia la discusión obedece a que, aun coincidiendo en que a todos nos iría mejor si el público estuviera mejor enterado de las cuestiones científicas, a la hora de la hora los científicos quieren educar mientras que los periodistas queremos informar (o a veces, entretener, o entretener para así poder informar).

Dice el autor que “hay una diferencia entre las dos metas. La primera demanda precisión. La segunda exige relevancia. Mientras ambas partes estén conscientes de la existencia de dos metas dispares, hay una posibilidad de conversación que pueda llevar a un artículo que satisfaga ambas metas, y por ende a ambos participantes”.

En la blogosfera hay una vibrante y enérgica discusión sobre estos temas, lo cual me parece muy positivo, con una salvedad: que la discusión ocurre en inglés y en blogs escritos y leídos en inglés. Las riquezas que produzca la discusión nos llegarán a los rincones del subdesarrollo cuando se haya puesto el noveno sol.

¿Será que los periodistas en español no tenemos nada qué discutir respecto a la relación con los científicos? O no hay cobertura periodística de la ciencia?

Sí la hay, y va de cuento. Hace unas semanas me invitaron al lanzamiento de una medicina en Puerto Vallarta, y pude presenciar cómo ven los médicos a los periodistas que cubren “la fuente médica”. En las sesiones de trabajo, donde había médicos especializados, el ritmo de trabajo era acelerado y el lenguaje críptico. Pero con algo de esfuerzo y mucha atención era posible captar la mayor parte de los datos.

Pero a la hora de comunicar toda aquella información a los periodistas, los mismos médicos que hablaron antes con elocuencia y a mil por hora cambiaron su lenguaje y su ritmo, para explicar la décima parte de las cosas a una velocidad parecida a la que usarían si les hablaran a párvulos.

Agradecí la claridad pero me sentí algo ofendido por la trivialización. Ciertamente quienes estábamos ahí en plan de reporteros no teníamos, ni de lejos, la experiencia de esos médicos especialistas. Pero diluir tanto el mensaje pensando que de otro modo podríamos ser incapaces de entender me pareció subestimar en exceso a los reporteros. Me parece hora de que los divulgadores y los científicos empecemos a dialogar a calzón quitado sobre niveles de información.

www.periodismocientifico.com

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